Historia
Los primeros pasos de Ángeles
La intrincada historia de Ángeles del Infierno se inicia en Lasarte, Guipúzcoa, localidad natal de la banda. Su aparición fulgurante en el (para aquel entonces) creciente panorama del Heavy metal ibérico supuso la constatación de que no solo en Madrid y Barcelona se podía hacer buena música dura.
Antes de grabar su primer disco, el grupo creado por Robert Álvarez y Santi Rubio trabajó intensamente para hacerse una reputación en el País Vasco. Tuvieron la gran ventaja de que aún no se había producido el estallido del rock radical vasco, pero Ángeles llevaba en la brecha desde finales de los años 70.
Robert había vivido 10 años en Suiza, donde había formado una banda llamada The Flood. Ya en el País Vasco, el guitarrista conocio a Santi, juntos maduraron la idea de formar un grupo y se pusieron manos a la obra en 1978 recuperando el nombre de The Flood hasta conseguir un repertorio y estilo propio, después de algunos cambios la formación fue la compuesta por Robert Álvarez (Guitarra solista), Santi Rubio (Bajo), Manu García (guitarra rítmica) y el Batería Iñaki Munita. Comenzaron a elaborar un repertorio de versiones de grandes figuras del rock, como Deep Purple, Led Zeppelin o Jimi Hendrix. Juan Gallardo se estableció como vocalista después de que pasaran por la banda un total de 14 cantantes entre 1979 y 1982, Gallardo sacaba entre seis y siete años de diferencia a sus compañeros, que apenas pasaban la veintena. A comienzos de 1982 la formación ya estaba cerrada y se decidio cambiar el nombre del grupo por el definitivo de Ángeles del Infierno.
Desde el comienzo defendieron un metal puro, estética poderosa y actitud combativa, De la composición se encargarían Juan Gallardo y Robert Álvarez. Entre ambos han compuesto la práctica totalidad de los temas de Ángeles aunque toda la banda participaba en la elaboración y arreglos de las canciones hasta conseguir el resultado mas adecuado pero aparte de buenos temas el directo seria su mejor arma, en el escenario derrochaban tal cantidad de energía que contagiaban al publico a saltar y corear sus temas hasta el final del concierto.
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